
PARA MUSA PUTA, PUTA, LA MÍA.
Mi musa trabaja en moteles de sábanas
entre tinieblas de almohadas,
allí, me ata a la cabecera
con cadenas de gozo
y escribe los versos en mi pecho
-con deseo- rozando todo mi cuerpo.
a cambio de legañas alucinógenas,
que masticamos al besarnos
entre paredes acolchadas.
donde la oda de sexo desenfrenado
hacen la elegía del pensamiento,
dejando aparecer la vehemencia
de dos organismos sudorosos
hechos con deleite.
en la droga de mis lamentos,
anotando cada sentimiento
en folletos pornográficos.
Por cierto, mi musa se llama Insomnio.
(Madrid, Mayo 2008)
Copyright © Quenser.– Todos los derechos reservados
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